7 causas de la decadencia del periodista
Un artículo escrito por Carlos Monsiváis pubicado por Terra Magazine enumera varias razones sobre lo que podría considerarse como la decadencia del "escribir bien" del periodista, a continuación presento 7 de ellas:
1. El avasallamiento del analfabetismo funcional que, por vía de mientras, trae consigo la disminución del vocabulario. Se redacta acudiendo a menos palabras a las que bajo presión, se les obliga a decir más cosas.
2. El desvanecimiento de contextos y de referencias antes seguras (de historia nacional o internacional, de temas bíblicos, de mitología grecolatina, de novela, de poesía, de referencias fílmicas o incluso televisivas). Estas alusiones ya no encuentran el público relativamente de otras épocas, o le resultan incomprensibles a la mayoría (cada cinco o diez años se modifica el mapa de las alusiones compartidas).
3. Internet es el ágora internacional, es la información madre, es la destrucción de la memoria pretecnológica de los periodistas, lo que se llamaba “la sabiduría del gremio”. Ésta todavía se usa pero ya más bien ligada a las evocaciones de la cultura oral que al profesionalismo. ¿Qué puede la mejor memoria contra Google o You Tube?
4. Las redacciones de diarios y revistas son ya distintas por entero al volverse anacrónicas, o ni eso, sus atmósferas clásicas y típicas. La camaradería o el espíritu díscolo tradicionales no tienen razón de ser. ¿Para qué las discusiones políticas si existen las encuestas, esas enterradoras de la intuición?
5. En las escuelas y facultades de comunicación se aprende, sobre todo, a localizar el campo de aprendizaje. Son legión estas instituciones (en México ahora hay cerca de trescientas), sus planes de estudios nunca coinciden (no hay tal cosa como “la formación similar”), la realidad de los estudiantes no se ajusta a las modificaciones incesantes, lo que se quiera, pero las escuelas y facultades de Comunicación crecen al prodigar la ilusión de lo contemporáneo.
6. En la enseñanza de la comunicación pasa a tercer término, si les va bien, la información literaria y el deseo de escribir bien. Informar ahora es usar a fondo la tecnología, no el idioma, y las ventajas de la inmediatez extrema ocupan con todo el espacio. Si pierde, si lo hubo, el interés específico por la escritura. Se debilita la ambición de poseer un lenguaje variado y con matices.
7. La reducción del vocabulario se traduce de varias maneras en la reducción del panorama noticioso. En última instancia, el uso de cada vez menos palabras quiere decir también el adelgazamiento de las noticias, porque al perderse los matices se desvanecen también las anotaciones psicológicas, sociales y culturales, y todo se ajusta a la precariedad de los patrones lingüísticos que el mercado aprueba.
Mi opinión
Es necesario leer, leer y leer.
1. El avasallamiento del analfabetismo funcional que, por vía de mientras, trae consigo la disminución del vocabulario. Se redacta acudiendo a menos palabras a las que bajo presión, se les obliga a decir más cosas.
2. El desvanecimiento de contextos y de referencias antes seguras (de historia nacional o internacional, de temas bíblicos, de mitología grecolatina, de novela, de poesía, de referencias fílmicas o incluso televisivas). Estas alusiones ya no encuentran el público relativamente de otras épocas, o le resultan incomprensibles a la mayoría (cada cinco o diez años se modifica el mapa de las alusiones compartidas).
3. Internet es el ágora internacional, es la información madre, es la destrucción de la memoria pretecnológica de los periodistas, lo que se llamaba “la sabiduría del gremio”. Ésta todavía se usa pero ya más bien ligada a las evocaciones de la cultura oral que al profesionalismo. ¿Qué puede la mejor memoria contra Google o You Tube?
4. Las redacciones de diarios y revistas son ya distintas por entero al volverse anacrónicas, o ni eso, sus atmósferas clásicas y típicas. La camaradería o el espíritu díscolo tradicionales no tienen razón de ser. ¿Para qué las discusiones políticas si existen las encuestas, esas enterradoras de la intuición?
5. En las escuelas y facultades de comunicación se aprende, sobre todo, a localizar el campo de aprendizaje. Son legión estas instituciones (en México ahora hay cerca de trescientas), sus planes de estudios nunca coinciden (no hay tal cosa como “la formación similar”), la realidad de los estudiantes no se ajusta a las modificaciones incesantes, lo que se quiera, pero las escuelas y facultades de Comunicación crecen al prodigar la ilusión de lo contemporáneo.
6. En la enseñanza de la comunicación pasa a tercer término, si les va bien, la información literaria y el deseo de escribir bien. Informar ahora es usar a fondo la tecnología, no el idioma, y las ventajas de la inmediatez extrema ocupan con todo el espacio. Si pierde, si lo hubo, el interés específico por la escritura. Se debilita la ambición de poseer un lenguaje variado y con matices.
7. La reducción del vocabulario se traduce de varias maneras en la reducción del panorama noticioso. En última instancia, el uso de cada vez menos palabras quiere decir también el adelgazamiento de las noticias, porque al perderse los matices se desvanecen también las anotaciones psicológicas, sociales y culturales, y todo se ajusta a la precariedad de los patrones lingüísticos que el mercado aprueba.
Mi opinión
Es necesario leer, leer y leer.
Etiquetas: Periodismo